«Abracadabra», la famosa palabra que todos conocimos en nuestra niñez cuando jugábamos con la realidad, es el resultado final de la combinación de dos frases del arameo: «A’bra» y «K’dabra». «A’bra» se traduce como «voy a crear de la nada» y «K’dabra», «mientras estoy hablando». Si juntamos ambos significados, tenemos algo como: «creo de la nada solo deciendolo». Seguro que en este momento, llega a tu mente la referencia de la creación del Universo contada en los primeros versículos del Génesis:

Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche.

Al instante, nos damos cuenta que el deseo y la intención que le puso Dios a sus palabras fue la magia de su creación o como cuenta el Libro El Zohar, la «luz» (dios) creo a la «vasija» (Creación) con el deseo de «dar» – este misterio será mejor explicado en otro post. Entonces, la base de la intención es el deseo, y esto me gustaría explicarlo citando la siguiente frase del libro Védico, Upanishad:

Tu eres lo que tu deseo más profundo es, como es tu deseo es tu intención, como es tu intención es tu voluntad, como es tu voluntad son tus actos, como son tus actos es tu destino.

Por otro lado, en la mecánica cuántica, existe un popular experimento llamado «la doble rendija», del cual puedes investigar dando click al enlace. Fue el físico, Young, quien llegó a la conclusión que el efecto Observador modifica el comportamiento de la materia, en este caso, al electrón. Es decir, la propia acción de medir hace que el electrón decida manifestarse como partícula y cuando no se controla este se comporta como onda, fenómeno cuántico denominado Dualidad Onda-Partícula. Extrapolando este experimento, podemos inferir que el mundo es un sistema No Determinado y la realidad depende de la expectativa (intención) que tu tengas sobre ella.

Utilicemos estos dos conceptos para definir cual es la mecánica de la Intención. Primeramente, la intención se conecta con el mundo sub-atómico a través del alma. Así como las partículas sub atómicas describen su posición a través de una función de onda. El alma describe su posición en función a la manifestaciones de sus deseos. Es decir, en la medida que estemos alineados a los deseos de nuestra alma, estos se materializan para producir verdadera plenitud a la persona que lo logra pues un pequeño cambio en el mundo cuántico provoca una gran transformación en el mundo físico. Es decir, a lo que pones intención y conciencia es lo que vas a materializar, así sea, positivo o negativo.

Una vez que sabemos los deseos de nuestra alma, es decir nuestra misión, vocación, ocupación, tikun y propósito – en Aletheia Astral te ayudamos con ello – podemos materializar el resultado que deseamos utilizando nuestra Intención. Entonces, vamos a hacer magia. Los insumos para ello son:

• Mente: Visualizar que se te fue concedido el deseo de tu alma.
• Alma: Sentir la emoción que te genera conseguir o tener lo que tu alma desea.
• Cuerpo: Hacer material lo deseado. Convencimiento que ya es realidad.

Con estas tres frecuencias de la conciencia mezcladas hacia un objetivo. Solo nos queda encenderla con una chispa a la que llamamos, el Acto o Ritual Psicomágico (abordaremos este concepto en otro post). Este sirve para alinear, elevar y proyectar a través de la experiencia, la situación futura que desea nuestra alma. Y ta tannnnnnnnnnnnnn …. a disfrutar.

Un punto final importante es, como como dice la física newtoniana: «A toda fuerza (impulso) le opone otra contraria (resistencia) de igual magnitud». Luego de producido el Acto Psicomágico (impulso), también tenemos fuerzas que se oponen y nos bloquean. Estas son: el stress, la angustia y la ansiedad. Para ello lo mejor que podemos hacer es: olvidarnos del recuerdo del Acto Psicomágico y en los siguientes veintiún días realizar ejercicios de relajación, respiración y meditación. Veintiuno porque representa el dominio sobre las circunstancias materiales de la vida que traerán cambios positivos, para nuestro caso obviamente.

Esta es la receta para provocar un sincronismo en nuestra vida. Es decir, la materialización del deseo del alma a través del encuentro del tiempo interno (psquis) con el externo (cuerpo) en un espacio-tiempo determinado (21 días).q